El nombre de una empresa o de un producto debe cumplir con ciertas exigencias: debe de ser fácil de leer y memorizar y, en casos más óptimos, impulsar asociaciones deseadas por el creador. Buenos ejemplos en el mundo dental son: “Dentaid”, “Vitaldent” o “Curaden Swiss”, el primero ayuda al diente, el segundo le da vida y el tercero lo cura. La búsqueda de nombres comerciales es sin embargo una tarea tan compleja que existen agencias que se dedican únicamente a crear nombres, cobrando mucho dinero por ello.
La presencia de las franquicias dentales en nuestro país ha inducido a más de un dentista a crear un nombre de fantasía para su propia clínica dental, usando por ejemplo la expresión “dent” como parte del nombre. Sin embargo hace falta un esfuerzo publicitario muy alto para que un nombre de dicho carácter funcione de verdad. Un nombre de fantasía –y Vitaldent lo demuestra a diario en la tele- solo consigue una penetración y cierta popularidad invirtiendo mucho dinero en su promoción y difusión.
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